11/13/2006

Si hubiera una educación del pueblo todos estarían mejor

Org.Comunión y Liberación

El mundo sufre una gran emergencia. No es principalmente política y ni siquiera económica - a la cual todos, desde la derecha hasta la izquierda, asocian la posibilidad de “recuperación” del país -, sinó algo de lo cual dependen tanto la política como la economía. Se llama “educación”. Nos interesa a todos, a cualquier edad, porque a través de la educación se construye la persona, y, por tanto, la sociedad.
No es sólo un problema de instrucción o de inserción en el mundo del trabajo.
Está sucediendo algo que nunca había sucedido antes: está en crisis la capacidad de una generación de adultos de educar a sus propios hijos.
Durante años desde los nuevos púlpitos – colegios y universidades, periódicos y televisiones – se ha predicado que la libertad es ausencia de vínculos y de historia, que se puede crecer sin pertenecer a nada y a nadie, siguiendo simplemente el propio gusto o placer.Se ha convertido en algo normal el pensar que todo es lo mismo, que en el fondo nada tiene valor excepto el dinero, el poder y la posición social. Se vive como si la verdad no existiera, como si el deseo de felicidad del que el corazón del hombre está hecho estuviera destinado a permanecer sin respuesta.
Se niega la realidad, la esperanza de un significado positivo de la vida, y por esto se corre el riesgo de sacar a delante una generación de jóvenes que se sienten huérfanos, sin padres y sin maestros, obligados a caminar como sobre arenas movedizas, paralizados frente a la vida, aburridos y a veces violentos, en cualquier modo, a la merced de las modas y del poder.Pero su aburrimiento es hijo del nuestro, su incertidumbre es hija de una cultura que sistemáticamente ha demolido las condiciones y los lugares propios de la educación: la familia, la escuela, la Iglesia.
Educar, es decir introducir a la realidad y a su significado, a partir del patrimonio de nuestra tradición cultural, es posible y necesario, y es una responsabilidad de todos.
Se necesitan maestros, y los hay, que entreguen esta tradición a la libertad de los jóvenes, que los acompañen en una verificación llena de razones, que les enseñen a estimar y a amarse a sí mismos y a las cosas.
Porque la educación comporta un riesgo y es siempre una relación entre dos libertades.Es el camino sintetizado en un libro crucial, nacido de la inteligencia y de la experiencia educativa de don Luigi Giussani: el riesgo educativo. Todos hablan de capital humano y de educación, nos parece fundamental hacerlo a partir de una respuesta concreta, practicada, posible, viva.No es sólo una cuestión de escuela o de profesionales del sector: lanzamos una llamada a todos, a quien quiera que le importe el bien de nuestro pueblo.Está en juego nuestro futuro.

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